¡Devuélvame mi aire limpio!

Hace unos meses conocimos la sorprendente noticia de una parisina que denunciaba al estado francés por no haberla protegido frente a los efectos nocivos de la polución. Esta profesora de yoga, que sufre problemas respiratorios crónicos, acusa al Estado de no haber velado por su salud. La denunciante y su abogado consideran que el Estado es parte responsable al no haber establecido una legislación lo suficientemente vinculante que hubiera podido evitar picos de alta contaminación en los que se agravaban las crisis respiratorias de la mujer, hasta derivar en episodios graves, como una pericarditis.

Este caso y cómo se resuelva podría abrir la puerta a un sinfín de nuevas denuncias en otras ciudades europeas (entre ellas Madrid y Barcelona por ejemplo) en las que problemas similares se repiten cada año, sobre todo durante los meses de invierno.

Contaminación y enfermedades.

Que existe una correlación entre contaminación atmosférica y salud es ya un hecho comprobado. Ya hemos hablado anteriormente de los problemas de salud directamente derivados de la mala calidad del aire: problemas respiratorios (asma, reducción de la capacidad respiratoria, obstrucción crónica pulmonar…), irritación en ojos, nariz y garganta, enfermedades cardiacas, afectación en el sistema nervioso, aparato reproductor, mayores probabilidades de padecer ciertos tipos de cáncer…

La OMS estima que la contaminación causa cada año 428.000 muertes prematuras en Europa, más de 30.000 en España. Los grandes responsables: el tráfico rodado, la industria, las plantas energéticas, la agricultura y también las calefacciones de los hogares. En todo caso, lo que parece evidente es que las políticas aplicadas hasta ahora han resultado insuficientes y las mejoras en cuanto a los niveles de contaminación del aire se han producido de forma excesivamente lenta.

Perspectivas.

¿Será posible entonces considerar a los estados responsables últimos de la mala calidad del aire que sus ciudadanos se ven obligados a respirar? Quizá estamos ante un punto de inflexión que suponga el punto de partida para la puesta en marcha de medidas muchos más eficaces.

En el caso del tráfico rodado, está de sobra comprobado que los coches más antiguos, carentes de los modernos sistemas de filtrado de partículas o los catalizadores con Adblue®, son responsables de un porcentaje elevadísimo de la contaminación vertida a la atmósfera por los vehículos, pero hasta el momento, las medidas restrictivas o incentivos aplicados en relación a su retirada de la circulación han sido más bien tímidas.

La calidad del aire es patrimonio de todos. Instituciones, empresas y sociedad en general debemos encontrar soluciones y revertir la tendencia. Baste un dato para recordar que el momento de actuar es ahora: el 85% de la población urbana de la Unión Europea está expuesta a niveles dañinos de contaminación por óxidos de nitrógeno y partículas contaminantes. ¿Empezamos a cambiar esto en 2018?