¿Un diésel que contamina tan poco como un eléctrico?

Ya hemos comentado en ocasiones anteriores que las normativas europeas respecto a las emisiones de gases contaminantes y, en concreto, de óxidos de nitrógeno, se han ido haciendo más restrictivas a lo largo de los años (salvo un pequeño repunte debido, no a una mayor permisividad, sino a un cambio en las condiciones de medición) y desde luego la tendencia apunta a que los límites van a seguir progresivamente reduciéndose.

Pero el futuro parece esperanzador. Recientemente se han presentado en Bruselas dos estudios que arrojan unos datos llamativos respecto a los vehículos diésel modernos que incorporen todas las tecnologías desarrolladas para el control de sus emisiones contaminantes. Hablamos de los diésel que tienen incorporado el sistema SCR (catalizador de reducción selectiva), una tecnología que consigue neutralizar los óxidos de nitrógeno mediante interacción con Adblue®, aditivo a base de agua osmotizada y urea que provoca una reacción química que transforma los gases contaminantes en vapor de agua y nitrógeno, sustancias totalmente inocuas.

Las nuevas evidencias.

Los estudios han sido llevados a cabo por Ricardo (estudio británico de ingeniería) y AERIS (empresa de referencia en el sector tecnológico) y en él se comparan los niveles de emisiones de gases en vehículos de “cero emisiones” (eléctricos) con los de vehículos diésel de última generación, en condiciones de uso real (RDE-Real Driving Emissions), tal y como establecen las últimas normativas. Las conclusiones del estudio arrojan resultados análogos para ambos tipos de vehículos y muestran que ambos podrán cumplir con la Euro 6D, normativa prevista para entrar en vigor en 2020, que establecerá los límites de emisión de óxidos de nitrógeno en 0,120 mg/km.

Estos estudios, publicados por FuelsEurope ponen de relieve que, con la aplicación de las últimas tecnologías, la elección de un coche diésel o eléctrico no tendrá gran impacto en relación con la calidad del aire. Así, una vez más debemos de ser conscientes de que una mayor calidad del aire en nuestras ciudades pasa sobre todo por políticas de incentivos y restricciones dirigidas fundamentalmente a retirar de la circulación los vehículos más antiguos, pues son éstos en gran medida los responsable de los elevados índices que todavía hoy se registran en las estaciones de medición de las grandes capitales europeas.