La calidad del aire, ¿pone en serio peligro nuestra salud?

A principios del mes de octubre, la Agencia Europea del Medioambiente (AEMA) difundió un informe en el que se establece que la contaminación atmosférica causó la muerte prematura a 399.000 personas en la Unión Europea en 2014. El estudio, denominado “La calidad del aire en Europa-Informe 2017”, analiza los datos obtenidos de más de 2.500 estaciones monitorizadas en distintas ciudades europeas.

El dato puede parecer excesivamente alarmante, sin embargo los problemas derivados de la mala calidad del aire directamente relacionados con la salud no son pocos. Las partículas en suspensión y gases que inhalamos pueden llegar hasta los alveolos pulmonares y el cerebro y ocasionar graves afecciones cardiacas, problemas respiratorios y diversos tipos de cáncer, según afirma la propia AEMA.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se hace hincapié en que el problema de la calidad del aire se vea como un problema grave de salud y no un problema meramente medioambiental. En el caso de España, por ejemplo, se estima que unas 33.000 muertes se producen de forma prematura cada año por exposición a aire de mala calidad, 20 veces más que las causadas por accidentes de tráfico.

¿Qué medidas están tomando en otras capitales europeas para mejorar la calidad del aire?

Londres se sitúa desde hace unas semanas a la cabeza en el raking de medidas restrictivas para mejorar la calidad del aire. Su alcalde, Sadiq Khan, ha llegado a hablar de crisis sanitaria y no ha dudado en poner en marcha una medida impositiva que se une a otras ya existentes y cuyo objetivo es reducir el tráfico en el centro de la ciudad, sobre todo de los coches más antiguos y contaminantes. Además del congestion charge, que ya imponía una tasa de 11 libras para acceder a los barrios más céntricos, el ayuntamiento ha puesto en marcha una tasa adicional de 10 libras para aquellos vehículos anteriores a 2006 (y por lo tanto carentes de sistemas de filtros de partículas y de catalizador SCR con depósito de AdBlue® en el caso de los diésel); en total 21 libras por acceder con un vehículo del tipo más contaminante al centro de la ciudad.

Oslo ha optado por una medida indirecta que sin embargo ha tenido un efecto drástico en la bajada de los niveles de tráfico rodado en el centro de la ciudad. Las plazas de aparcamiento en el centro están siendo progresivamente sustituidas por carril bici y ampliación de las aceras. En ausencia de plazas para estacionar los vehículos, el flujo de desplazamientos por el centro histórico se ha ido reduciendo de forma natural.

Otras ciudades, como Estocolmo y Milán, se encuentran también en la línea impositiva, con la instalación de peajes de acceso a los núcleos más céntricos, con lo que han reducido en un 20% y un 30% respectivamente el número de coches en circulación.

En cuanto a nuestro país, ya vimos anteriormente las medidas que se están tomando en Madrid y Barcelona y las posibilidades que abre el nuevo sistema de distintivos ambientales de la DGT, que permitiría que se regulara en función de emisiones reales de cada vehículo (de forma que un vehículo diésel moderno, con filtro de partículas –obligatorio desde 2009- y catalizador SCR con depósito de AdBlue®, estaría dentro de la categoría C, cumpliendo con todas las exigencias de la normativa Euro 6).

En todo caso, es importante que, tal y como viene remarcando la OMS, seamos conscientes de que, más allá del problema medioambiental, hablamos de una incidencia directa en nuestra salud y creemos conciencia de la importancia de renovar el parque de vehículos y hacer un correcto mantenimiento de las medidas anticontaminantes de los modelos modernos.